Escritos de la caverna
Cada viernes por la noche, en esa “cueva” de la biblioteca Ricardo Leonel Figueredo de Pan de Azúcar, quienes nos reuníamos en el taller literario que tuve el honor y placer de coordinar, evocábamos esa esencia que pausa el tiempo para dialogar y entendernos como seres emocionales. Cada relato o poema leído, desde lo particular y diferente por las experiencias personales vividas, construía un puente hacia los demás generando un ejercicio grupal de comunicación profunda, de desnudez espiritual que nos enriquecía a todos. Celebro la publicación de estos relatos que garantiza un ejercicio de introspección necesaria: releen la vida a través de historias planteadas con gran inteligencia y una finísima sensibilidad. Transitarlos es volver a encontrarnos con algo que, en un mundo que parece querer imponer una virtualidad, nos devuelve a un sitio mejor.
Andrés Echevarría.