Carlos Julio, el legado de la unidad
Apuntes de sus memorias
Cuando se escriba la historia de la actuación del Partido Nacional en los últimos años, la figura de Carlos Julio Pereyra ocupará un lugar destacado. Su amor y dedicación a la causa blanca tuvo una profunda raíz familiar en ese joven dirigente que pronto salió de los límites de su Rocha natal para incorporarse, por la puerta grande, al escenario nacional. Junto con Wilson encabezaron la formidable marea blanca de 1971. A la hora de la resistencia a la dictadura estuvo en primera línea. Fue en ese entonces que pudimos disfrutar de su amistad y solidaridad. En el hogar que formaban con la inolvidable Doña Rosa - Rosita la llamaba su esposo - encontramos en horas de profunda tribulación el consejo y la compañía que necesitábamos. No lo olvidamos...
En los años de gobierno como en la anterior circunstancia del referéndum sobre la ley de caducidad, estuvimos en bandos distintos. Sabíamos que era de una opinión distinta en cuanto al rol del Estado en nuestra sociedad. Acompañó a su Partido muchas veces sacrificando su propio punto de vista. Tampoco lo olvidamos ...
Pese a sus diferencias votamos juntos en el plebiscito sobre empresas públicas, siempre dentro de las normas de educación y respeto que corresponde entre buenos blancos. Sin olvido...
La Casa de los Lamas fue para nosotros hogar, refugio y faro de esperanza. Era el domicilio del Movimiento de Rocha, se amplió para que ningún blanco se sintiera forastero bajo su techo. Era la casa de Carlos Julio...
En sus últimos años ató y consolidó una muy linda relación política y personal con Lacalle Pou, hecho que toda nuestra familia atesora como un recuerdo preciado.
Está en la memoria de la colectividad que sirvió con pasión, coraje y honradez. Para quienes junto a él tuvimos responsabilidades partidarias en la hora de la oscuridad, su ejemplo será permanente.
Carlos Julio, vivo en la memoria.
Luis Lacalle de Herrera