UnTipoGráfico
La primera reflexión que me asalta es lo innecesario de este prólogo o introducción. La obra, las mejores obras, y en este caso de diseño gráfico, no necesitan comentario alguno, se bastan así mismas. Con toda su pertinencia y seducción. Es decir: comunicación. Y obviamente por demás está resuelto, en las que se recogen en las páginas de este libro.
Pero se trata de un querido compañero de ruta, de un amigo, y es un honor haber sido convidado a participar con estas palabras. Doy gracias por ello y manifiesto mi alegría y satisfacción, contradiciendo aquella primera reflexión.
Una de las cosas más notorias de este trayecto es la enorme cantidad (calidad) de trabajos y sobretodo, la versatilidad de los mismos.
Más que definir un estilo concreto (que muchas veces termina imponiendo la misma estética a una carátula de libro, que a la gráfica de un hospital), en el caso de José Prieto, como buen diseñador, va definiendo y mutando de estética de acuerdo a cada cliente o trabajo. Aunque parezca evidente (Don Perogrullo) no se trata de una auto expresión, sino de solucionar un problema comunicacional que deviene en solución primero funcional y luego estética.
Entonces puede pasar desde el dibujo a mano alzada como en el afiche de la obra de teatro “El caballero de Olmedo”, hasta propuestas evidentemente digitales, como los criterios de colección de libros de la editorial Civiles iletrados. Desde sistemas complejos de identidad o de comunicación empresarial o institucional –toda la serie de logotipos así como sus últimos trabajos en ANEP–, a propuestas de carácter mucho más “artísticos” y hasta experimentales, como la carátula de vinilo “Mariana Ingold canta a Leo Masliah” o los afiches “Del trabajo a la Sinfónica” (donde el corte del papel ya genera un fuerte impacto por su sorprendente originalidad) o el afiche “Viva la música” donde utiliza el desfasaje de las retículas o moiré –ante el estupor de un riguroso imprentero como lo era Carlos Lugli, de Artegraf–. Es decir: hacer lo que aparentemente es un error, resignificándolo para generar un efecto novedoso o llamativo, de impacto comunicacional.
Otra característica importante de JP es su capacidad de trabajar en equipo, de saber amoldarse y resolver dentro de ese marco, desde la mítica Imprenta As, pasando por Washigton Algaré y Jorge Casterán, hasta Barra Diseño. O creando y coordinando equipos para clientes o trabajos puntuales.
También ha sido pieza clave en la conformación de asociaciones de diseñadores gráficos en Uruguay.
En un país tan falto de memoria, en tantos aspectos, y con tan pocos libros de diseño uruguayo, es sumamente importante que se edite este material, que registre y perpetúe los trabajos de José Prieto: La imagen con tinta queda.
Máxime ahora donde todo parece efímero, donde todo está a un click del olvido.
Más allá de que cada pieza fue realizada para un momento y requerimiento específico, este libro los trasciende y adquiere otro valor.
Por si la obra no fuera suficiente –que por supuesto lo es– tenemos los textos introductorios que, por un lado son una certera lección de ética y compromiso profesional, cosa imprescindible para un buen diseño; y por otro lado es el registro de los vertiginosos cambios tecnológicos que se produjeron en los últimos años. Máxime cuando este protagonista fue de los primeros en zambullirse y navegar airosamente en las herramientas informáticas.
Otro motivo evidente para que este libro se transforme en un valioso material de consulta para estudiantes, así como para toda persona interesada en el diseño.
Celebramos efusivamente la edición de este libro.
Gustavo Wojciechowski, Maca