El 88
Nunca encontraron mi precio ni pudieron encadenar mis pensamientos, ni hubo candado que resistiera la fuerza de mi boca y habiendo perdido casi todas las batallas y alguna que otra guerra, me doy cuenta que soy quien soy y me gusta. Eso es paz.
Conocí tanta gente como para escribir un libro y uno de esos días de optimismo puro me pregunté ¿por qué no? Y decidí darme el gusto por el simple hecho de disfrutarlo.
Las vidas que cuento lo merecen, son vidas que valen por sí mismas. Aunque debo confesar que no todo lo contado se ajusta estrictamente a la realidad y hay realidades que se ajustan a estrictas ficciones.
¿Qué tengo para contar y cómo? Esa es la cuestión.
Bienvenid@s