Chamuyo
Juan Pablo guarda en el alma el secreto de aquel que hurga en su mirada, los rincones olvidados, desapercibidos, de la vida. Su escritura gotea lágrimas, como para horadar la dura piedra de la indiferencia. Sus ojos son caminos interminables, que se extienden hacia el corazón humano.
Sus hallazgos van al corazón y desparraman en ojos y oídos la armonía de quien sabe vivir. No pintorescos, que, lo pintoresco ha sido siempre enemigo de lo verdadero. Duramente cierto.
Siente con claridad, que, a veces la razón, tiene que concederle una pequeña amnistía al corazón. Entre pensar y soñar hay un marco de territorio lleno de interrogantes.
Walter “Serrano” Abella