Doce Apóstoles sin religión
La autora de este libro, cargada de un sentido de pertenencia y una deuda para con sus orígenes, con su bolso repleto de sazonados recuerdos y lágrimas que no se alcanzaron evitar se convirtió en la voz de Clara, en la voz de un hachero. Porque Mónica Alejandra, sin saberlo d repente es agua de pozo y a su vez el arroma de una torta frita, es el suspiro de Paysandú. La alegría de Uruguay. Puleri Campos tiene el compromiso por siempre de hablar en nombre de aquellas que adornaron camas en contra de sus sentimientos, en nombre del que se apropió de lo ajeno para callar el hambre. Ella es la voz de quien dice vasta…
Gracias Alejandra Puleri Campos
José Héctor Pomelapocha