Lo que le pasó a la flor
En Lo que le pasó a la flor, Eduardo Nogareda irrumpe como una suerte de coplista contemporáneo que nos sumerge, desde un primer gesto lúdico, en la ironía del gran teatro de la existencia: una burla precisa, consciente y desgarradora que nos devuelve nuestra propia imagen, convertidos en histriones —a veces protagonistas, otras agonistas—, siempre expuestos, siempre interpelados por la vida a cada sobresalto.
Con la cadencia de un trovador medieval y una percusión casi barroca, nos conduce por la tembladera de lo oscuro y sus intermitencias, con el ritmo y la rabia de una música que respira y palpita en síncopas, rimas internas y, sobre todo, en lenguaje y reflexión.
En estas páginas atravesamos un amor feroz y una lucidez que duele, que se filtra en la memoria de un mañana que será latido, cuando ya no estemos.
Una escritura estructuralmente impecable, sensiblemente invencible, humanamente imborrable, porque acaso la vida sea esto: poesía en tres actos. Nacer, vivir, morir… y la flor, ese obstinado afán de aferrarnos a su elegante fuerza.
Teresa Korondi