El molino quemado
"El fenómeno del molino harinero e hidráulico sobre el Paso de la Tranquera en el arroyo Rosario en el este del departamento de Colonia, mejor conocido como “El Molino quemado” (1876-1881), es tan propicio en el desarrollo del “color local” de la zona, como en las trazas simbólicas de la que es susceptible. Su trama histórica, ubica a Luis Bigni como propietario de la fracción donde se erigiese el molino y también la construcción de un puente sobre dichas aguas como parte de ese proyecto modernizador.
Bigni tenía procedencia italiana. Sin embargo, su fuerte afrancesamiento, cierta postura snob, sumada a la presunción de ser sobrino del poeta romántico francés Alfred Vigny, derivó en la transformación de su apellido a Vingy, con uve.
El suceso del molino está impregnado de una dimensión literaria. La evolución gráfica del apellido de Bigni-Vingy es un leve atisbo de ese linaje simbólico. En 1920 el escritor argentino Antonio Soto —quien firmaba Boy— iniciaría en las instalaciones del Gran Hotel Central de Nueva Helvecia la escritura de una folletinesca novela titulada El molino quemado. En ese Hotel, explorando ciertas formas de la geografía sanmariana, imaginé al primer Onetti escudriñando la zona y mensurando Santa María. Esas obsesiones culturales fueron, las que por fortuna, más cerca me pusieron del querido Omar Moreira. A él le debemos que las gruesas y ruinosas paredes de la construcción sean un eco comunicante, un didáctico volumen sobre el campo de la colonia suiza que escenifica las tensiones de los primeros colonos.
Después de la novelesca intervención de Soto, fue Moreira quien reactivó el tema en una crónica histórica, llamada Molino quemado (1982), que sintetizaba el hecho del siguiente modo: “El molino harinero hidráulico sobre el Paso de la Tranquera, arroyo Rosario, amaneció ardiendo el lunes 7 de marzo de 1881. El 8 se ahogó en la represa la esposa del capataz, quien se suicidó el 12. La tragedia estalló en medio de un conflicto de su dueño —teniente alcalde— con autoridades y vecinos de la colonia.” A posteriori, el caso —como todo el folclore del que se alimentó la tan particular Colonia Suiza— sería recreado en la realización audiovisual El molino quemado (2017) de Martín Chamorro, Micaela Domínguez Prost y Cecilia Langwagen.
Omar Moreira —lucidamente— refiere en la película documental del 2017 cómo la colonia suiza se ha resistido a modificar las ruinas en la que quedó el molino tras el incendio y el paso del tiempo. Es curioso que una comunidad caracterizada por la pujanza y el emprendimiento, y que se habría organizado sin problemas para un proceso restaurador o modernizador del sitio, haya preferido las ruinas y que a la historia le ganase la leyenda. En todo caso, una historia a la que podemos seguir sumando capítulos y variantes, según Moreira: “…de acuerdo a nuestro interés, de acuerdo a nuestros sentimientos, de acuerdo a nuestras emociones, y de acuerdo a nuestra cultura, y de acuerdo a nuestra imaginería”. La poética de Arenas participa de ese canal de recepciones. Pero lo hace sin la obsesión, un tanto miope, del registro mítico y legendario.
Aunque el folclore de la montaña —residuo creativo del viejo continente— tampoco es ajeno a José Arenas y su Molino de fuego; el poema El molino quemado supera la vocación telúrica de los pretéritos molinos, para enseñarnos otro, de prodigiosas virtudes poéticas." Leonardo Lesci (Prólogo).