Pascale
El Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) tiene como una de sus líneas de trabajo principales el invitar a artistas destacados del medio para que desarrollen un proyecto expositivo, teniendo en cuenta las características espaciales del edificio a la hora de presentar su propuesta final.
Leibniz saltando a la cuerda de Ricardo Pascale es un claro ejemplo de instalación pensada y desarrollada para un sitio específico, la sala 5 del MNAV. Y podemos citar al artista: "Se observa la hermosa sala 5. Ese es el espacio en donde hacer una intervención temporal. Su largo, su ancho, su altura, su luz, la información que tiene incorporada, es el lugar con que cuento. Tan bello y tan desafiante. El espacio me pide un site-specific, donde habrá una relación casi inseparable entre la obra y el lugar, que toma una realidad tangible que incidirá directamente en la obra".
No es la primera vez que Ricardo Pascale expone individualmente en el MNAV, lo hizo en 2008 con la exposición Irreversibilidad, curada por Jacqueline Lacasa siendo directora del museo. Fueron cinco piezas de gran formato en la misma sala que ahora aborda con otra modalidad artística en consonancia con una suerte de ruptura que se da en su producción artística y que podemos datar a partir de Viento (2017) en el Museo Gurvich y El espacio integrado (2020) en el Museo Blanes.
Leibniz saltando a la cuerda mantiene el interés de Pascale con ideas que se originan en modelos matemáticos que materializados con gruesas cuerdas configuran catenarias que cuestionan el espacio expositivo al punto de transformarlo totalmente, de manera radical. "El dibujo tiene nueve módulos todos iguales. Cada módulo -ya definido- en el techo entra en la tridimensionalidad y tiene once cuerdas cada uno. Cada cuerda cae vertical hacia el piso luciendo una de las funciones más bellas de las matemáticas. La catenaria. Una curva que adopta un material flexible, dócil, pero de densidad uniforme sujeto por sus dos extremos y sometida únicamente a la fuerza de la gravedad".
Al igual que en su exposición El espacio integrado, Pascale ha invitado a Sylvia Meyer para componer una potente banda sonora para Leibniz saltando a la cuerda. Música que reforzará la invitación a participar activamente de la propuesta por parte del visitante: "Será un recorrido de cuerpos no opácidos, sino transparentes, sin filos, con formas que dependen de la naturaleza que pese a su complejidad matemática, tienen una formalización cálida al tiempo que sofisticada, ejecutada con simples cuerdas, respetando el lugar. Será un desfile de esos cuerpos en el espacio, que el espectador observará y descubrirá sentidos impensados", afirma el artista.
Gottfried Leibniz creía que la labor de los astrónomos era cosa seria y por eso quería evitarles perder tiempo realizando operaciones aritméticas simples añadiendo entonces las funciones de la multiplicación, la división y raíz cuadrada a la Pascalina, calculadora que sumaba y restaba solamente y que había sido inventada a mediados del siglo XVII por otro gran filósofo: Blaise Pascal.
Aquí está en juego la belleza de naturaleza matemática a partir de la cual Ricardo Pascale crea escenarios singulares, donde la experiencia verdadera surge de un momento revelador en un espacio único donde se diluyen las fronteras entre el arte y la ciencia.
Enrique Aguerre
Director del Museo Nacional de Artes Visuales y curador de la exposición.