Epitafios para Lacan
El libro que tiene usted en sus manos se arriesga a ficcionar en el lugar mismo donde queda establecida una lápida, ese monolítico que no se deja permear por la enunciación. Constituye una invitación irreverente a pasear por un cementerio tragicómico, lo que podría, con razón, considerarse una falta de respeto por las mentes más pundonorosas, al atentar contra la estabilidad del relato único. ¿Es posible denominar este atrevimiento como un modo de matar finalmente a un Jacques Lacan escurridizo, cuyo espectro aparece entre las novedades editoriales con cierta frecuencia? ¿Será ésta la bala de madera que logre liquidar a ese vampiro dandy en que se transformó el psicoanalista francés? De cualquier modo, este juego permite tomar bocanadas de aire fresco dentro de ese saber de nicho que es el psicoanálisis.