El manuscrito Farsi
En los estertores de 1810, el Tsar Alejandro I firma un Decreto Imperial donde modifica un Edicto de Aduanas clave: en la letra chica, el documento disponía de una virtual salida de Rusia del Sistema Continental promovido por Napoleón en su política de bloqueo al comercio de bienes británicos. Era la excusa perfecta que necesitaba el emperador francés para una retaliación, ya que hacía meses venía preparando una invasión contra la única nación que aún tenía un ejército que podría oponerse a Francia. Al mando de la mayor fuerza militar supranacional vista hasta el momento, cruza el 24 de junio de 1812 la frontera rusa solamente para descubrir que fue engañado. Con un ejército enemigo en fuga, una internación cada día más profunda en territorio hostil y una tropa enferma y desmoralizada, el Emperador es una sombra agria y angustiada. La gota que colma el vaso es la entrega de su correo privado, haciéndolo pasar sin escalas de la rabia a la depresión. Sin embargo, en la documentación arribada viene un viejo manuscrito acompañado de una carta atribuida a Nicolas Maquiavello, donde se refiere a una traducción en toscano de un tratado militar escrito por un ignoto autor, alguien llamado Sun Tzu.