Reseña

Este cuento para niños y niñas y sus familias reivindica el lugar y el valor de las abuelas y abuelos como memorias vivas en la vida de todos, ya que son nuestras raíces, nuestros orígenes de la existencia misma.
Las abuelas y abuelos son fuentes de conocimiento de nuestra propia historia, son precursores de nuestra identidad, y más allá de su existencia física, han dejado sus huellas, su legado, sus dolores, sus memorias, sus vivencias en cada pedacito de nuestro ser. Ellas y ellos trascienden el tiempo, y a veces no comprendemos algunas cuestiones de nuestro presente y quizás responden a las historias de nuestros antepasados, porque la memoria siempre está viva.
Este libro puede ser utilizado como herramienta de trabajo por profesionales de la salud, psicólogas/os, psiquiatras, parteras, doulas, ginecólogas/os, neonatólogas/os, pediatras, así como por profesionales de la educación, maestras/os, psicomotricistas, educadoras/es, profesores y todos aquellos que puedan escuchar, contener, orientar, sostener y acompañar un proceso de duelo o pérdida de un ser querido. Es un libro que permite trabajar el dolor, la tristeza y las distintas etapas del duelo, pero sobre todo permite repensar sobre la importancia de conectar con la vida, con los afectos, con la naturaleza, con los animales, para sobrellevar la profunda soledad que conlleva continuar la vida sin un ser querido.
Es un nuevo cuento que apela a lo más viejo de nuestra historia con intención de aportar a la salud mental, es quizá una oportunidad para conversar con nuestros abuelos y abuelas, para darles un gran abrazo silencioso y fuerte, para preguntarles acerca de su propia infancia, para encontrar en ellos nuestra propia memoria. Y si ya no están en este plano, es una oportunidad para agradecer cuando estuvieron a nuestro lado... somos resultado de esas historias…