Reseña

Antonio Slepak es un caso singular, tanto en el relato incompleto de las artes visuales uruguayas, como dentro de la generación de artistas surgidos en el contexto de la segunda mitad de la década de los 60, donde actuó.
Su proyecto artístico fue una suerte de condensador de las estéticas en boga en ese momento, como la nueva figuración, la abstracción óptica y el arte pop, no obstante en sus obras no se puede reconocer claramente esas paternidades, escapando así a las taxonomías tradicionales del arte.
En ese sentido, el artista buscó diluir los límites y las categorías existentes entre el dibujo y la pintura, la abstracción y la figuración, integrando elementos formales de la poesía visual, el diseño gráfico y la estética publicitaria.
En sus comienzos su obra contó con la atención a nivel oficial, participando en algunos eventos nacionales e internacionales y siendo aceptado en los diferentes salones oficiales. Asimismo, algunos críticos comentaron sus trabajos y lo incluyeron en relatos parciales que daban cuenta de ciertos aspectos de la cultura y las artes en Uruguay, integrando una generación de jóvenes artistas que se proyectaban como una promesa.
Sin embargo, después de instaurada la dictadura (1973) y del abandono del artista de las actividades públicas oficiales, al igual que la mayoría de sus compañeros de generación, su nombre y su obra fueron olvidados.
Solo algunos colegas artistas con los que mantenía un trato amistoso acompañaron su original evolución creativa producida durante las décadas siguientes.
No obstante, hasta su fallecimiento Antonio Slepak nunca dejó de producir obras, ni de mantener un compromiso vital con su arte.
El proyecto expositivo, Antonio Slepak (1939-2016) Una exposición antológica, presentado en el Museo Nacional de Arte Visuales, nuestra institución museo más importante, subsana esta indiferencia, este olvido.
La narrativa curatorial se centra en la producción realizada por este artista durante dos décadas fundamentales (1965-1985), que se destacan por su extrema originalidad.
Experimentando primero con variantes del informalismo y la nueva figuración, muy activas en la escena artística montevideana, para luego, a partir de la segunda mitad de la década de los sesenta, realizar una obra donde de alguna forma sintetiza o fusiona elementos de la abstracción óptica, el arte pop, la poesía visual y la publicidad.
Aunque, como veremos, la producción realizada por este artista no se puede identificar claramente con ninguna de esas estéticas o ismos y se mantiene en una suerte de limbo visual.
En ese sentido el público podrá observar como este importante corpus de obras proyectan un complejo mundo de formas, signos y símbolos únicos en el panorama latinoamericano.
Todos ellos reflejan de forma sutil la realidad contingente que vivió el artista durante esas dos décadas y a su vez presentan elementos de su vida íntima, como fueron sus viajes y su pasión por el barroco hispánico.

Manuel Neves
Curador