Por un psicoanálisis emancipado
Reanudar la subversión
El psicoanálisis ¿tiene algo para decir? En una época en que los estudios de género, los análisis de Foucault y los movimientos LGBTQI han inventado otras perspectivas en materia de género y sexualidad, ¿cómo hablar del Edipo, de la “envidia del pene”, de la “diferencia de sexos”? Unos ciento cincuenta años después de la invención de Freud, sesenta años después de la relectura de Lacan, ¿el psicoanálisis toma en cuenta las evoluciones sociales sin ser desnaturalizado?
Algunos psicoanalistas se erigen como expertos de la “vida psíquica”, guardianes de las normas sexuales y sociales que consideran a la procreación asistida, la transidentidad y la homoparentalidad como síntomas de la omnipotencia de algunos individuos. Para ellos, Foucault, Butler, Bourcier, Preciado no comprenden nada de su disciplina, o peor, la desfiguran.
Sin embargo, Freud y después Lacan tuvieron el coraje de dejar al psicoanálisis abierto a la “reinvención”: es un campo y una práctica atravesada por las ciencias, la cultura y los movimientos de cada época. Si el psicoanálisis desea reinventarse y reanudar sus orígenes subversivos, debería dialogar con las teorías feministas, los estudios queers y los movimientos trans, dejarse enseñar por otras experiencias eróticas y políticas. Solo convirtiéndose en teoría crítica y creativa, alerta a los nuevos saberes y las nuevas prácticas, podrá el psicoanálisis reanudar la emancipación.