El expreso a Cornwall y otros cuentos
El cuento es un género difícil y riguroso, que por su brevedad y condensación requiere de un pulso, de una experiencia en la escritura, que está emparentada con la poesía. Puedo decir con orgullo que fui testigo del crecimiento de la vocación de cuentista de María del Carmen Iglesias. Y digo que fue con orgullo porque la cercanía me hizo conocerla a la vez como persona y como escritora, y sin dudas la primera merece el desarrollo del arte de la segunda. Pero quizá esto no importe a la hora de hablar de su obra que no necesita sustentos externos, como demuestran los premios que ha ganado.
Su estilo es directo, con registros variados que van del lenguaje culto al arrabalero o al de campo, sus historias son sólidas y bien desarrolladas, con la complejidad que permite una extensión relativamente breve, que es en la que la autora se mueve con comodidad.
Los personajes están dibujados con trazos cortos y directos, con mensajes sencillos, sin vueltas inútiles: veo a la mujer embarazada de El aljibe sin necesidad de un relato más prolongado.
Las tramas se despliegan y no tardan en capturar la atención del lector, como vemos en la peripecia de El expreso a Cornwall, que nos conduce hasta el final sin concedernos una pausa en la lectura. O en el brevísimo y trágico La vieja cantante, donde con cuatro pinceladas retrata la tragedia de una mujer sin techo.
Hoy el cuento ha sido reivindicado y vuelto al sitial que le corresponde, hoy ha vuelto a abrirse paso en el mundo de la literatura, y acá está María del Carmen para recordarnos que el género está más vivo que nunca.