La muerta enamorada
Romualdo, un sacerdote, nos cuenta en su vejez sobre los tiempos de juventud y del día en que todas sus convicciones se vieron sacudidas al conocer a Clarimonda, una bella y seductora mujer que, según se dice, podría ser el mismo demonio en persona.
«Esta mujer se había apoderado de mí por completo, tan solo una mirada suya había bastado para transformarme; me había insinuado su voluntad; y ya no vivía en mí, sino en ella y para ella»