Reseña

Fue un placer enorme dialogar con Agó y descubrir en esas charlas el verdadero misterio
dentro de una escultura como Casapueblo. De nuestras conversaciones y comentarios
surgió este cuento de las entrañas mismas de la obra fascinante, realizada por las
manos de Carlos Páez Vilaró. Abrigar y entender los sentimientos y emociones de una
hija que logró conectarse con su padre a través del arte, convirtiéndose en una pintora
incansable. Qué placer sentí al pasear por las diferentes regiones de África con sus
colores, sus bailes y tambores. Logré conectarme y caminar sobre esa famosa ballena
que cansada de navegar se quedó definitivamente en ese lugar, como les contó su
padre. Un lugar místico colmado de colores, símbolos, energía y aventuras. Una obra que
vibra, que respira y que vive en cada rincón decorado con obras de su autor. Mientras lo
escribía me pareció escuchar las voces de esos hijos e hijas corriendo y trabajando con
sus manos, dándole a esa escultura todo su afecto, su calor. Que al decir de Vinicius de
Moraes “las obreras-pájaros”, refiriéndose a las hijas del artista y sus amigas. Respiré
naturaleza, vi crecer a los niños y niñas, a las adolescentes más tarde, rescatando su
alegría, sus sueños, que a pesar de las dificultades jamás se rindieron. Disfruté del sol
al que Páez homenajeó, lo vi brillar como nunca. Esta historia me trasladó a un lugar
encantado donde todo es paz y alegría porque su padre vive dentro de ella.