Y la nave va
El Nacimiento de una Nación
El día 3 de marzo de 1884 sucedió algo insólito en Montevideo: se terminó y se puso a navegar la primera y última cañonera que hizo en el país… a más de 6 kilómetros de la costa en la antigua Escuela de Artes y Oficios de 18 de Julio y Eduardo Acevedo. Lenta y parsimoniosamente la nave, deslumbrante bajo el sol de la mañana, salió de la escuela derrumbando paredes y columnas hasta entrar a la gran avenida y comenzar a surcar el “mar” de adoquines de la calle, utilizando para ello rodillos y durmientes que se colocaron bajo ella, anteponiendo los que estaban detrás hacia la parte delantera, siempre cinchada por mano de obra humana. Y mientras la nave se mueve, el siglo XIX, con sus personajes, héroes y villanos, también se traslada con ella los grandes dramas sociales, la inestabilidad política, los cenáculos literarios, arquitectos, músicos, y los grandes hacedores de una época… detrás quedarán las historias de los próceres y prohombres que de alguna manera se reflejan en los relatos como imágenes del pasado. “La Nave Va” busca rescatar la esencia de una época, el recuerdo de antaño, de manera comprensible buscando responder las grandes preguntas que quizás alguna vez nos hicimos: ¿Y si Artigas hubiese vuelto alguna vez al país después de su exilio de 1820? ¿Qué pensaría del Uruguay? ¿Qué hablaría con los otros próceres, anteriormente sus tenientes? ¿Cómo era el vínculo entre el educador José Pedro Varela y el coronel Lorenzo Latorre? ¿Cómo sería la vida del último gaucho? ¿Qué fue de los indios? ¿Y si un presidente hubiera tenido un pequeño problema de demencia… qué habría hecho? ¿Y si un presidente está “avisado” de que va a ser asesinado… habría esperado a que lo mataran? ¿Cómo serían los cenáculos literarios? ¿Me permiten invitarlos a una jornada con todos ellos? Debo alertarles: el barco ya está en marcha y avanza gradualmente por 18 de julio: se escuchan los gritos de los hombres desde cubierta tratando de coordinar labores con los que están en la calle, en el suelo; suena la campana de cubierta: sin velas y a tracción