Reseña

¿Por qué precisamente ahora un estudio sobre la buena fe en el campo tributario? Porque no obstante la difusión del principio de la buena fe en el Derecho nacional —Derecho Tributario incluido— sigue siendo limitada la atención que nuestros juristas han dedicado al tema en el campo de los impuestos.
Creemos que la circunstancia no es azarosa y obedece a dos órdenes diversos de consideraciones. De un lado, la avalancha de normas tributarias que se incorporan a nuestro sistema día tras día, mueve al especialista a dedicar su tiempo al esfuerzo prioritario de mantenerse actualizado: mucho más urgente que explicar el alcance de principios generales como la buena fe, es abocarse a la tarea de conocer y entender el Derecho vigente. Lo apremiante ha desplazado a lo trascendente.
Pero hay también una segunda circunstancia, propia de la evolución de las instituciones jurídicas. Los hombres –lo mismo que el Derecho— somos hijos de nuestro tiempo. Si repasamos la obra de Ramón Valdés Costa, que fundó nuestra disciplina en el Uruguay y que vio todo o casi todo lo que sobre ella puede verse, advertiremos que en esa obra no hay (hasta donde hemos podido hurgar) un apartado dedicado al tema que nos convoca. La razón hoy podemos intuirla con la perspectiva y la claridad que sólo el tiempo permiten: la eclosión de la buena fe en el marco de la jurisprudencia uruguaya es un fenómeno más bien reciente, que en nuestro país puede rastrearse a los últimos veinte o veinticinco años (mientras que las primeras ediciones de las dos obras fundamentales de Valdés, el Curso e Instituciones, datan de 1970 y de 1992 respectivamente). Justo es decir que Sayagués había anticipado la vigencia de la buena fe en el campo del Derecho Público, ya en la primera edición de su magna obra.1 Pero el redimensionamiento de la buena fe, su amplísima penetración (y consolidación) en todas las ramas del Derecho —incluida su masiva recepción jurisprudencial—, fue un fenómeno posterior que alcanzó su auge varias décadas después.