El amor espera
Un concierto de rock; una visita a su hermano mayor o la noticia de que la chica con la que se ve está embarazada son las excusas que el protagonista de esta novela se inventa para emprender un viaje a Las Vegas, que más que viaje es una huida. La huida de un antihéroe egoísta, cobarde, narcisista quizá, pero también por los mismos motivos demasiado humano, que se transforma en una travesía por la psicodélica extravagancia de Las Vegas, sus casinos, sus hoteles, la nocturnidad más alevosa, sus extraños personajes –algunos, reales- los bajos fondos norteamericanos y la presencia de un universo rioplatense del que no se puede escapar ni a 10.000 kilómetros de casa.
Una novela pop en la que el humor, la ironía y el doble sentido conviven con estrofas de canciones, fragmentos de entrevistas y la reproducción de diálogos reales, pero también comparecen el arte, el amor y la vida, valga la redundancia. Un texto que se lee y se disfruta como si fuese un concierto del Músico con mayúsculas que vertebra la novela: con intensidad, diversión y devoción.
La ópera prima del uruguayo Martín Otegui Piñeyrúa (1988) supone una mirada literaria a un momento y una manera determinada de estar en el mundo en el que la nostalgia, la cultura popular y la eterna adolescencia forman parte de un día a día que detestamos y secundamos con igual intensidad. Llegamos a odiar lo que hace el protagonista, su ensimismamiento, sus decisiones, pero al mismo tiempo nos cuestiona, como hace la buena literatura, si hemos sido capaces, seríamos capaces o tan siquiera hemos tenido la tentación de la huida, de dejar de lado a quienes nos importan y a nosotros mismos.