El chico de los ojos tristes
La soledad es esa fina línea entre un vacío que nos reclama y la calidez del amor propio abrazando nuestra alma. El gris es ese color que describimos como tristeza, desamparo, temor, pero que tan solo con un soplo de esperanza llena de colores las vetas de la vida. El dolor es ese viejo amigo con quien te tomas un par de copas y, a la larga o a la corta, termina enseñándote cómo seguir a pesar de los golpes. La incertidumbre es ese corazón con heridas al rojo vivo que nos hace preguntarnos mil veces cómo, cuándo, por qué
El chico de los ojos tristes está lleno de líneas que interpelan, que hacen reflexionar, que piden a gritos ser leídas, así como cada cicatriz que llevamos pide ser sanada. Es un libro que nos habla de vivir, no de sobrevivir, porque cuando sobrevivimos hay una parte de nosotros que a medias quiere morir. En sus páginas nos invita a resurgir de esa tierra seca, echar raíces, volver a creer, volver a confiar y, sobre todo, volver a amar.
Si alguna vez te hundiste en el mar de la desolación, estas líneas tocarán hasta la fibra más recóndita de tu alma.