Un orden para las cosas
A modo de prefacio Es muy difícil encasillar esta obra en una estructura determinada. ¿Tratado? ¿Ensayo? ¿Tesis? ¿Argumentación? ¿Refutación?
Me contesto que no es, por supuesto, un tratado teológico. Si bien la existencia de Dios y la búsqueda de la humana felicidad trasciende por y en casa uno de sus libros. No es una confesión de fe, pero la fe emerge del hombre que se coloca en el centro de las más acuciantes dudas y problemas para, a partir de las teorías del conocimiento y de la existencia del hombre y de su creación responder con la esperanza, la conciencia del compromiso de elegir determinado destino que suponga el involucramiento con la sociedad. Su realización trasciende la figura divina y se realiza recién en la felicidad humana.
Es a través de una tercera persona que no lo individualiza que sus dudas se despejan y en una suerte de ser para todos pero también para sí mismo, la realidad, la apariencia de la misma, el mundo simbólico, la propia creación del universo van tejiendo su pensamiento. Y su preocupación, que trasciende las cuestiones metafísicas, la solidaridad y su praxis. El profuso desarrollo de los saberes occidentales desde la Grecia Clásica, su esplendor filosófico, su crisis, las teorías idealistas, materialistas y universalistas. El mundo de los hombres, su organización social, la importancia del ideal y de los valores y desvalores que mueven a la humanidad entre dos polos casi antagónicos, el nacer, el desaparecer, el bien y el mal, el amor y el desamor, Eros y Thanatos.
Organizados en cuatro libros va procesando su pensamiento sobre un subjuntivo, “lo que debiera ser”… El Gobierno de los hombres y el logro de su pública felicidad hasta alcanzar la expresión de fe más profunda en el último de los mismos.
En definitiva, esta obra es el resultado de la meditación, de la preocupación de un hombre, por la creación, el destino y la pública felicidad.
Martha Peralta